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domingo, 26 de diciembre de 2010

La magia no está sólo en Oriente

Publicado originariamente en Qbinet blog. Diciembre 2010.

Las oportunidades no nos vienen dadas, las crea el profesional todos los días, se las proporciona uno mismo en cada decisión; las vislumbra el que mira hacia delante, no quienes retiran la vista del horizonte y viran según de dónde vengan los vientos...

Éste será para mí otro año de cambios, pero llega un momento en la carrera del profesional en el que los cambios no se viven ni como una novedad ni como una oportunidad, sino como una condición ligada al oficio, connatural a la vida: mudar y regenerarse se declinan al unísono.

Cada plan de trabajo, cada propuesta de enfoque y contenidos, cada presupuesto anual conforman el texto de mi carta a los Reyes Magos.

Mi carta es una pieza de comunicación interna que ha venido experimentando numerosas modificaciones. Me he dado cuenta de que, con el paso del tiempo, cada año utilizo menos renglones, pero al mismo tiempo la prognosis de Navidad me vuelve cada vez más exigente. Y es que cada 22 de diciembre, mientras otros siguen la retransmisión del sorteo de la Lotería, me empleo en revisar logros y fracasos del ejercicio y me exijo un Nuevo Año cargadito de proyectos ilusionantes (personales y profesionales). Es hora de hacerse un hueco y no dejarlo para más adelante.

¿Acaso he de permanecer quedo a la espera de que alguien, o de que cualquier suceso foráneo, o del país, tengan a bien brindarme una oportunidad? No lo creo.

Volviendo a mi carta a los reyes –ahora que rey se escribe con minúsculas-, en esta ocasión busco la eme de magia con mayúscula, con que escribe el Nuevo Año.

Quiero darles ‘oro’ a mis usuarios, pues está demostrado que este elemento tiene aplicación en el campo de la electrónica por su resistencia a la corrosión; y mis audiencias y yo necesitamos neutralizar y erradicar los ácidos que produce la mala comunicación.

El ‘incienso’ lo quiero para mi principal grupo de interés, con quienes necesito renovar los ambientes cargados por todo un año de esfuerzos, abrir ventanales y respirar las nuevas fragancias que regenerarán rinencéfalos cargándonos de esperanzas.

Para el final he dejado la ‘mirra’ porque los cambios y las adquisiciones no son indoloros y he de adormecer fantasmas y sedar a quienes no se atrevan a evolucionar ni a medir la distancia entre lo vivido y lo que por vivir mejor nos queda.

Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar. Este es mi proyecto de comunicación interna para el año que, en breve, dará comienzo.

Un plan con tres patas –multidireccionalidad, cocreación e innovación-, que son las mínimas para producir una superficie de apoyo; las exactas para diseñar una estrategia tridimensional. Un proyecto que nos corresponde construir a quienes aspiramos a sumarnos al Nuevo Mundo en un año; un año más.

Sinceramente, gracias.

© Javier Villalba | http://jvillalba.wordpress.com/

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Participación interesada

Publicado originariamente en Qbinet blog. Diciembre 2010

En el nuevo modelo de sociedad relacional en el que prestamos servicios y fabricamos utilidades, la participación de todos los agentes interactuantes, en la nueva empresa social, a la que tanto nos está costando llegar, es una condición reputacional, que es lo mismo que decir de subsistencia, exigible según los nuevos paradigmas que nos permiten comprender la dinámica empresarial.

Quizá el título resulte confuso para quienes tiendan a quedarse con la segunda interpretación adjetival; cuando mi intención es llamar la atención sobre la primera: el que participa tiene interés en algo; y por algo.

Hoy les resulta difícil a empresas y asociaciones ganarse la participación de trabajadores y asociados, conclusión a la que se llega fácilmente constatando los datos cuantitativos de participación, ante iniciativas y propuestas de diferente cuño.

Antes, internamente hablando, cuando la participación era prácticamente una obligación exigible por parte de los empleadores, a quienes se hurtaban a colaborar ante propuestas institucionales se les hacía vestir el sambenito de ‘pasotas’ incorregibles, desinteresados y faltos de compromiso. Y éstos invariablemente pasaban a engrosar las listas de prescindibles: “No se podía contar con ellos para nada”.

Entonces la participación ‘voluntaria’ se reducía a una cuestión numérica y los esfuerzos de los agentes ‘motivadores’ se dirigían a reducir en lo posible las supuestas barreras que la podían poner freno.

Entre la colección de barreras y medidas a trabajar en aquellos tiempos figuraban algunos pares como: apatía/estimular, escepticismo/convencer, desconfianza/garantizar, burocracia/simplificar, desatención y sorprender, falta de tiempo/priorizar o resistencia a significarse/conferir anonimato; entre otros binomios tácticos. Pero no era cuestión de interesar. El interés para la institución se universalizaba y se daba por supuesto; como el valor.

Pero las cosas han cambiado. Hoy sucede todo lo contrario. Quienes se significan son los que participan. Si antes la gente prefería pasar desapercibida, hoy las personas nos sentimos con derecho a opinar y demandamos ser escuchados. Fuera y dentro de las empresas. Hoy el valor predominante no es el conformismo ni el mutismo, como tampoco el sentido de la vida se orienta hacia un ‘valle de lágrimas’.

Hoy las personas queremos y demandamos participar. Ya no es como cuando se quejaban el 4% de los clientes insatisfechos. Hoy, quejas y bondades se viralizan, traspasan fronteras. Ya no se trata de una voz en el desierto; hoy nuestra voz se amplifica a causa de la gran transformación que ha ocasionado Internet y, en especial, las redes sociales.

La participación de los trabajadores en la empresa hoy ya no es una herramienta de gestión más, dirigida a motivar e involucrar al personal en los objetivos del negocio, como pretendieran las viejas empresas jerarquizadas y de corte paternalista.

Las personas deseamos participar en la construcción social –ahora podemos-, pero no cuando alguien decide invitarnos, sino cuando lo encontramos interesante, cuando de nuestras contribuciones y manifestaciones obtenemos un valor y percibimos que es así. Participamos básicamente por dos razones, quizá tres: (1) porque podemos capitalizar nuestro esfuerzo; (2) porque tenemos una vía que nos permite satisfacer y dar expresión a nuestro ser social; (3) y tal vez también, porque para algunos participar sea una forma de entender la vida, un estilo de estar en el mundo, un gesto de inconformismo para hacerlo más habitable y mejor. De ahí que la clave para conseguir participación sea interesar.

Y no sucede cuestión diferente en las empresas: los trabajadores también nos sentimos con derecho a participar en la construcción de nuestro lugar de trabajo y en muchos de los atributos y connotaciones de nuestras empresas. Demandamos voz y voto.

La participación resulta, entonces, interesada y si no somos capaces de conectar los propósitos de las empresas con los intereses -declarados o no- por las audiencias internas, entonces la participación no se producirá o alcanzará tales cotas de silencio que pondrá en evidencia la desconexión existente entre institución y trabajadores; privando a los gestores del necesario conocimiento para mejor gestionar.

Una gestión que no resulta barata, pues los trabajadores queremos capitalizar nuestras contribuciones en términos de reconocimiento, reputación profesional, valoración de méritos, afecto social, respeto, consideración y también -¿por qué no?- recompensa proporcional y distributiva. Que realmente se nos distinga contando con nosotros.

Todas las empresas pueden afrontar este precio, pero quizá muchas necesiten primero reestructurarse y redefinirse para poderse orientar hacia una cultura participativa de facto que revierta su precariedad en sostenibilidad.

© Javier Villalba | http://jvillalba.wordpress.com/

martes, 15 de junio de 2010

Gestión y reporting de intangibles para un Dircom

Escuela de Organización Industrial. “Nuevos modelos de gestión y función de los responsables de comunicación. Estudio sobre el modelo español de gestión y reporting de intangibles para un Dircom”. Madrid: Fundación EOI; 2010 (Miembro integrante del panel de expertos).

Felicidad productiva

Felicidad productiva. En: Observatorio de la Blogosfera de Recursos Humanos. La Felicidad en el Trabajo: Clave de la Competitividad y la Sostenibilidad. Tatum; 2010.