Publicado originariamente en Qbinet blog. Diciembre 2010.
Las oportunidades no nos vienen dadas, las crea el profesional todos los días, se las proporciona uno mismo en cada decisión; las vislumbra el que mira hacia delante, no quienes retiran la vista del horizonte y viran según de dónde vengan los vientos...
Éste será para mí otro año de cambios, pero llega un momento en la carrera del profesional en el que los cambios no se viven ni como una novedad ni como una oportunidad, sino como una condición ligada al oficio, connatural a la vida: mudar y regenerarse se declinan al unísono.
Cada plan de trabajo, cada propuesta de enfoque y contenidos, cada presupuesto anual conforman el texto de mi carta a los Reyes Magos.
Mi carta es una pieza de comunicación interna que ha venido experimentando numerosas modificaciones. Me he dado cuenta de que, con el paso del tiempo, cada año utilizo menos renglones, pero al mismo tiempo la prognosis de Navidad me vuelve cada vez más exigente. Y es que cada 22 de diciembre, mientras otros siguen la retransmisión del sorteo de la Lotería, me empleo en revisar logros y fracasos del ejercicio y me exijo un Nuevo Año cargadito de proyectos ilusionantes (personales y profesionales). Es hora de hacerse un hueco y no dejarlo para más adelante.
¿Acaso he de permanecer quedo a la espera de que alguien, o de que cualquier suceso foráneo, o del país, tengan a bien brindarme una oportunidad? No lo creo.
Volviendo a mi carta a los reyes –ahora que rey se escribe con minúsculas-, en esta ocasión busco la eme de magia con mayúscula, con que escribe el Nuevo Año.
Quiero darles ‘oro’ a mis usuarios, pues está demostrado que este elemento tiene aplicación en el campo de la electrónica por su resistencia a la corrosión; y mis audiencias y yo necesitamos neutralizar y erradicar los ácidos que produce la mala comunicación.
El ‘incienso’ lo quiero para mi principal grupo de interés, con quienes necesito renovar los ambientes cargados por todo un año de esfuerzos, abrir ventanales y respirar las nuevas fragancias que regenerarán rinencéfalos cargándonos de esperanzas.
Para el final he dejado la ‘mirra’ porque los cambios y las adquisiciones no son indoloros y he de adormecer fantasmas y sedar a quienes no se atrevan a evolucionar ni a medir la distancia entre lo vivido y lo que por vivir mejor nos queda.
Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar. Este es mi proyecto de comunicación interna para el año que, en breve, dará comienzo.
Un plan con tres patas –multidireccionalidad, cocreación e innovación-, que son las mínimas para producir una superficie de apoyo; las exactas para diseñar una estrategia tridimensional. Un proyecto que nos corresponde construir a quienes aspiramos a sumarnos al Nuevo Mundo en un año; un año más.
Sinceramente, gracias.
© Javier Villalba | http://jvillalba.wordpress.com/